Antes de mudar su domicilio, la librería Sin Tarima tenía colgado en su trastienda un póster de Mon Oncle (Mi tío), la comedia de Jacques Tati que ganó el Oscar a la mejor película extranjera en 1958. "Si hablamos de cine mudo, es la primera que se me viene a la cabeza", cuenta Javier, de 25 años. "He visto varias películas de este director y son todas entrañables, aunque yo en realidad me enganché al cine clásico gracias a los podcasts". Así fue como este curioso indómito se lanzó junto a su amigo Luis, de la misma edad, a sacar adelante Lo que duran dos birras, un podcast que les serviría como ganzúa para abrir las puertas a conversaciones sobre temas que les interesan. El cine clásico es uno de ellos. A través de referencias y menciones, su interés por las películas permea el diálogo, sea cual sea su objeto.
"Los dos hicimos un esfuerzo para empezar a ver cine clásico porque venimos de una época en la que flipamos con Avatar y todo lo que hizo Cameron. Digamos que si estás, entre comillas, mal acostumbrado a eso, Los pájaros de Hitchco*ck, por ejemplo, no te va a gustar", explica Luis. "En cambio, si te centras en ver la forma en que Hitchco*ck creó los efectos de los pájaros y las innovaciones a nivel de la trama y la generación de tensión, puedes encontrar el placer de conocer historias nuevas dentro del cine clásico".
Para saber más
- Redacción: DARÍO PRIETO
- Redacción: ISMAEL POVEDA (Texto)
- Redacción: CARLOS GARCÍA POZO (Fotografías)
Como sucede siempre, aprender de la mano de otros es más enriquecedor. A la luz de unos ojos que han vivido, todo se intensifica; de ahí el afecto y la devoción que se desarrolló hacia el programa Classics de TRECE TV, dirigido y moderado por José Luis Garci. Por cierto, no renueva. La apuesta por el cine clásico no es lo suficientemente golosa para la cadena, como explicó Noemí Guillermo, contertulia del programa, en su perfil de Instagram cuando, a mediados del mes pasado, estalló la noticia: "Los directivos han pensado que las películas en blanco y negro no dan suficiente audiencia y han decidido que, para que el programa siga, solo quieren pelis en color". La negativa de Garci fue fulminante. Así pues, fundido a negro. Final de la emisión. Para siempre.
Sin embargo, la prórroga del cine clásico es eterna: nunca deja de gustar y siempre hay alguien a quién se le "encienden las ganas", cuenta Javier. "Es que eso de que las películas en blanco y negro son aburridas es un cliché. Hay que educar el ojo, acostumbrarse y no cerrarse a nada". "Te crees que el cine clásico va a ser siempre igual, monótono; para nada. Entiendo que imponga porque requiere cierto ejercicio de concentración y de sentarse conscientemente a ver una película", añade Luis.
"Venimos de una época en la que flipamos con Avatar y todo lo que hizo Cameron. Si estás, entre comillas, mal acostumbrado a eso, Los pájaros de Hitchco*ck no te va a gustar"
Luis, 25 años
El cine clásico trasciende los límites del mero entretenimiento. "Se ha convertido en una experiencia importante, como ir al museo: no se puede ver amodorrado, tirado en el sofá ni con desgana", desgrana Manuela, de 36 años. Sobrina del crítico de cine Tony Partearroyo por parte de padre y de Sonia Grande, diseñadora de vestuario y ganadora de dos premios Goya, por parte de madre, Manuela creció en una familia de artistas y cinéfilos empedernidos. "En casa somos bastante viejunos, nos gusta todo. En la sobremesa solíamos sintonizar TCM y yo era de empollarme el Fotogramas porque lo veneraba", relata.
La cinefilia inoculada desde tan temprana edad en esta joven librera la condujo a escribir Luces de varietés, un ensayo sobre la intersección entre los aires de modernidad que emanaban de Italia a mediados de los 50 y nuestras raíces del teatro popular. "De ahí Berlanga, Azcona, Ferreri, Bardem, Fernán Gómez...". Para Manuela, la pregunta pertinente es: "¿Qué es el cine clásico? ¿Películas en blanco y negro, El Padrino, cine de los 80...? El cine clásico es, en realidad, super moderno, siempre ha bebido de la modernidad. Aquellas películas transgreden las reglas establecidas. Eso es algo que antes se hacía más que ahora", cuenta.
Manuela rehúye el tópico de la aprensión al cine clásico citando a Fellini: "El cine es un fenómeno de feria, siempre ha querido entretener. Quizás hay que dedicarse y ser generoso con las películas de entonces, pero eso es algo que la gente joven sí hace". Conoce las tendencias juveniles respecto del cine porque imparte talleres que presentan el séptimo arte como algo multidisciplinar: "Hay pinturas, literatura, música, diálogo...Cuanto más distantes son las películas, más juego dan y más interesante es el debate o tertulia que sale después. Ahora se busca más el análisis y el pensamiento sobre todos esos detalles. Creo que es un indicio de la vuelta del cinefórum, alrededor del cual se generan amistades y vínculos. Eso da pie a un futuro bonito para el cine clásico", dice.
Lucía tiene 28 años y, con el objetivo de hacer la cultura más accesible al público general, montó junto a su amiga Eugenia, de 29, Popurrí, una comunidad de gente que busca planes diferentes en Madrid. "Cuando organizamos algo que tenga que ver con el cine, nos gusta centrarnos en el coloquio, compartir opiniones y puntos de vista", cuenta Eugenia.
"Ahora se busca más el análisis y el pensamiento sobre las películas. Creo que es un indicio de la vuelta del cinefórum, lo que da pie a un futuro bonito para el cine clásico"
Manuela, 36 años
Les encanta aprender y empaparse de todo lo que tenga que ver con los clásicos de la gran pantalla. Además, agradecen que "la accesibilidad sea muchísimo mayor". "Parece que se tiende a buscar un producto con el que se aproveche el tiempo, como una serie corta, pero es mejor dedicarle un rato a una película que te vaya a aportar algo", explica Lucía. Alaban la labor de plataformas como Filmin: "Es donde más películas vemos, gracias a su selección puedes descubrir muchísimos títulos y directores buenos. Simplemente con el proceso de búsqueda te vas quedando con cosas y es muy enriquecedor".
Lo mejor de reunirse para hablar de cine es tener la posibilidad de establecer un contacto directo con aquellos que guardan recuerdos de las grandes personalidades que retrataron su visión del mundo a través de largometrajes. "Organizamos un plan en el Restaurante Berlanga para sentarnos a ver Se vende un tranvía, escrito por Luis García Berlanga. Mantuvimos un coloquio con su hijo y nos contó anécdotas de su padre. Era una manera de acercarnos a su vida y personalidad", explica Eugenia. Alguna de sus amigas se aficionó a las películas de Berlanga después de asistir a la velada. "El cine clásico español ayuda a comprender el pasado y conecta generaciones", dice Lucía.
Por las tardes, después de comer, Nacho ve películas del Oeste: "Mi madre dice que me parezco a mi abuelo porque él hacía lo mismo". Este chico de 27 años es una de las patas del trípode que sostiene Tarde de Peli: mitad cuenta de Instagram, mitad blog. Disecciona largometrajes junto a las otras dos patas: su padre -"el que realmente sabe de cine"- y su amiga Icíar, que es abogada como él.
Aunque sus publicaciones no están premeditadas, han diseñado una sección con la que siempre cumplen: lunes de clásicos. "Ojalá despierte la curiosidad de nuestros seguidores y les enganche para ver cine clásico", cuenta Iciar. "Este tipo de películas permanecen indelebles y, aunque haya pasado mucho tiempo, todavía te puedes ver representado. No sé, ahora está de moda Marco Aurelio y la filosofía estoica y parece que la gente se identifica con eso. Imagínate si el cine de los años 40 o 50, que está más cerca en la línea del tiempo, te puede apelar", ríe.
"El cine clásico permanece indeleble y, aunque haya pasado mucho tiempo, todavía te puedes ver representado"
Icíar, 27 años
"No tiene sentido el tópico de que la imagen en blanco y negro es aburrida. Mira, Malcom & Marie (2021) de Zendaya o Ripley (2024) de Netflix. Y me voy al cine mudo: The Artist (2011) era muda y Perfect Days (2023) no lo es, pero podría serlo", dice Iciar intercalando estilos cinematográficos de otra época con títulos más recientes. "Películas en color hay desde hace muchos años: Robin de los bosques es de los años 30", apunta Nacho. "Hay una especie de bloqueo mental, una frontera con respecto al blanco y negro que hay que tratar de superar. Cuando te pones a ver películas así tienes que centrarte en el tipo de cine que estás viendo y en el tipo de obra", dice ella.
A tenor de ambos la oferta en plataformas puede resultar una rémora, pues no todo el mundo comparte esta afición como para pagar plataformas más especializadas en cine clásico además de Netflix, HBO, Movistar... "Al final, la cuestión es esa: si no hay oferta de cine clásico en la televisión, ¿a dónde va a ir a parar?", incide Iciar.
La respuesta sólo la tienen ellos: Nacho, Iciar, Manuela, Javier, Luis, Eugenia y Lucía, como tantos otros jóvenes que invierten su tiempo en fomentar junto a amigos y conocidos la afición por la filmografía. Una pasión de la que es imposible desprenderse, como diría el poeta y cowboy Luis Alberto de Cuenca: Qué difícil es morirse / después de oler el perfume / de tus manos en el cine.